Cuando llegan a convertirse en realidad, se vuelven un engendro. No son ni una cosa ni la otra. Ni la fantasia ni la realizacion del asunto.
Son como una suerte de zombi.
La mayor parte de las veces, un deseo per se es infinitamente mas interesante, emocionante y agobiante que el hecho de conseguirlo.
Este es el caso cuando uno anhela dejar en definitiva el trabajo.
Y no es tan sencillo como parece.
El trabajo atrofia.
Despues de realizar practicamente la misma actividad durante muchos años, no se trata nada mas de cambiar habitos. Hay que cambiarlo todo; la rutina de sueño, de las comidas, de la vestimenta, de la digestion y de todo - o de casi todo- lo demas.
Retirarse no es tan facil.
Al final de cuentas, se trata de un sueño, un espejismo. Un ilusion.
Como todos los sueños, cuando se realizan se vuelven eso, reales, y pierden su estatus. Entran a la vulgaridad del mundo donde las cosas suceden.
Javier Valdes